Es una de las grandes metas de toda organización: aumentar la productividad es un esfuerzo que sin duda merece la pena ya que aumenta de inmediato los márgenes y de paso agiliza los procesos. Pero ¿cómo lograrlo? El columnista de Bloomberg que más tiempo ha dedicado a este asunto en los últimos meses tiene algunas respuestas.
– Hacer una lista. Un punto de partida tan sencillo como parece. El Método Bright de Kelly Nolan, un gurú de la gestión del tiempo, consiste básicamente en eso: asignar un tiempo a cada tarea en un calendario digital en el que podamos decir sí / no a cada una de ellas. La ventaja de este sistema, según Nolan, es que permite tomar buenas decisiones ante la imposibilidad de añadir algo más: todos los huecos están ocupados o liberados por una buena razón.
– Lanzar malas ideas. ¿Es una broma? En absoluto: ya sabemos que para tener una buena idea quizás ha sido necesario poner otras tres sobre la mesa. Y es que el objetivo no es tanto la validez de la propia idea como el debate que despiertan las diferentes propuestas. Cuando se trabaja con buenos colaboradores, activos y participativos, las ideas van surgiendo y, aunque en primera instancia muchas de ellas no parezcan gran cosa, sí pueden dar lugar a una conversación interesante.
– Procrastinación productiva. Estas dos palabras parecen contradictorias pero no lo son. ¿Qué una tarea se nos hace demasiado farragosa o aburrida? Pasemos a otra mientras cumplamos los plazos previstos.
– Rezumar un entusiasmo humilde. Tener una mente abierta, animar de forma activa y respetuosa a empleados, colegas y clientes a manifestar sus opiniones y comentarios, recogerlas, filtrarlas y compartirlas. Entusiasmo por compartir y aprender.
– Diplomacia. Si la idea lanzada por un compañero de oficina no tiene ni pies ni cabeza, explicarle una y otra vez que nuestra idea es mucho mejor no tendrá efecto alguno porque polarizará la conversación. En lugar de ello, qué tal poner en práctica un enfoque común. Para ello podemos expresar nuestras dudas sobre una consecuencia concreta o una incompatibilidad manifiesta derivada de aquella idea. Ello habría de llevar a quien la ha propuesto a un replanteamiento más acorde con las necesidades y las prioridades.
Impulsar la productividad es el resultado, pues, de un planteamiento basado en la programación, la iniciativa y la participación de todos. Las ideas brillantes no nacen cuando se enciende una bombilla como en los dibujos animados sino como resultado de una fina lluvia de propuestas que pueden llegar por donde menos esperamos.