El avance más leído en emprendimiento del año responde a la primera pregunta de todo emprendedor, al concepto mismo de serlo. Un baño de realidad para nivelar un posible entusiasmo desmesurado.
¿Quién no ha pensado alguna vez en ser independiente? ¿En ser su propio jefe? Ante una pérdida de empleo o incluso por agotamiento de este, muchos se plantean iniciar un negocio. Vamos a revisar seis aspectos a tener en cuenta antes de dar el salto.
- Asumir que los conocimientos técnicos, educación y experiencia no se valoran tanto como las habilidades interpersonales. A medida que avanzamos en nuestra carrera desarrollamos muchos más aspectos, como organización o comunicación (las tradicionales soft skills en general), que los puramente técnicos que ocupaban la mayoría de nuestro tiempo al inicio. Será así más aún en campos de rápido progreso técnico.
Lo malo es que todas esas habilidades soft serán difíciles de demostrar fuera de una organización. Aún más, en una pequeña organización pueden resultar poco útiles. Por eso es recomendable buscar a los primeros clientes entre aquellos que ya nos conocen y saben qué podemos hacer.
- Olvidarse de necesitar menos tiempo y de que todo el tiempo de trabajo sea útil. Como emprendedor toca arremangarse y hacer todo aquello que otros hacían por nosotros. Papeleo, tareas rutinarias, gestiones… hay que estar dispuesto a hacerlo todo por uno mismo. Y es que todo pasará por nosotros.
- Estar preparado para trabajar, al menos temporalmente, con personas a las que no hubieras fichado en la anterior posición. Sin el soporte de un departamento de recursos humanos ni un prestigio que atraiga a los mejores candidatos, los primeros empleados pueden estar lejos de lo ideal en algunos aspectos. Sinceramente, es aconsejable tener unas expectativas más bien bajas.
- Paciencia. Mucha. Solo usted tiene tanta prisa. No la tienen sus proveedores, inversores, socios o incluso empleados. Es probable, sobre todo para sus proveedores, que su negocio sea algo de menor importancia frente al de muchos de sus clientes. No vale la pena enfadarse sino entender la situación y manejarla de la mejor forma posible. Ser amable será más útil que desagradable.
- No olvidar que se trata de tener clientes satisfechos, no de educarlos. Los clientes quieren lo que han venido a buscar y no les importarán mucho sus ideas o lo que piense de ellos. No les explique cómo hacer su trabajo o qué cambiar: lo hacen así por alguna razón y no necesitan su ayuda para eso. No le pagan para eso.
- El dinero no hará que el nuevo negocio triunfe. Invertir más dinero del necesario no garantiza nada. Además, si acaba no funcionando, haber gastado dinero propio hará que la experiencia sea más amarga. Es imprescindible empezar con un límite claro de inversión y definir unos mínimos hitos concretos con un marco temporal para alcanzarlos. Si no se cumplen las expectativas, mejor aplicar aquello de que una retirada a tiempo es una victoria.
En resumen, emprender puede ser una excelente opción, pero va a ser más duro de que lo imaginaba, necesitar más tiempo del planeado. Y, además, puede que no tenga jefe, pero a cambio tendrá clientes, cada uno de los cuales actuará como tal, con sus preferencias, exigencias y demás.