Afirmar que la elección de nuestra carrera es más relevante que nunca parece algo arriesgado: ¿acaso no se repite una y otra vez que los empleos exigen flexibilidad y que estamos llamados a trabajar en empresas y sectores diferentes y en gran número a lo largo de nuestra vida profesional? Anton Lucanus opina lo contrario y lo argumenta desde un interesante y argumentado punto de vista en su artículo publicado por Entrepreneur.
Todos estaremos de acuerdo en que el mercado laboral ha experimentado enormes cambios y probablemente lo seguirá haciendo en los próximos años. ¿Qué implica esto de cara a la elección de la carrera?
En primer lugar, algunos empleos están en peligro de extinción. La automatización reina en un abanico de actividades cada vez más amplio y en su periplo elimina puestos de trabajo asumidos por máquinas o por un número de personas mucho más reducido. Cajas automáticas en supermercados y bots de servicio al cliente son solo un par de ejemplos que todos hemos experimentado.
Las estimaciones señalan que el poder “destructor” de la automatización y su versión más avanzada, la inteligencia artificial, no solo se modera sino que se intensifica. Según el McKinsey Global Institute, el número de trabajadores que se verán obligados a cambiar de puesto ha aumentado un 25% respecto a sus propias previsiones. La pandemia ha acentuado la implantación de procesos automatizados.
Por tanto, al escoger una carrera mejor sumarse al caballo ganador y optar por una formación tecnológica o bien informarse bien acerca de aquellas profesiones menos “amenazadas”.
Una segunda razón es que las tasas académicas se están encareciendo a marchas forzadas, lo cual hace que la formación superior sea menos accesible. Teniendo en cuenta que los universitarios cobran tras finalizar sus estudios unos salarios bastante más elevados que quienes no han cursado estudios superiores, se trata prácticamente de un requisito imprescindible para quien opta a un puesto bien pagado.
El planteamiento debería ser que vale la pena invertir en los estudios universitarios porque se trata de una inversión a largo plazo que se verá compensada con creces al llegar al mercado laboral.
Por último, un tercer factor que exige prestar la máxima atención a la elección de la carrera es que su acierto facilita la seguridad económica. En efecto, la estabilidad financiera que proporciona un empleo estable y bien remunerado está ligada al bienestar personal.
Tras cursar la carrera en cuestión y entrar en el sector se inicia la fase de acumulación de experiencia y habilidades que, junto al esfuerzo y la prudencia a la hora de gastar, habrán de constituir esa ansiada seguridad económica y, quién sabe si antes que tarde, la independencia económica. Aunque esto último va mucho más allá del objetivo del presente artículo.