Una vez definido quién es responsable de qué, a menudo resulta complicado para los líderes de un equipo u organización mantener el compromiso, que cada miembro se sienta responsable de la parcela que le corresponde (y por tanto de una parte del total).
Crear una cultura de responsabilidad requiere que la organización haya compartido antes las expectativas con claridad. Nadie puede hacerse responsable sin entender bien cuáles son dichas expectativas. Y estas han de ser medibles, realistas y con un periodo de tiempo definido, la base de lo que normalmente se conoce como objetivos SMART.