En los últimos años hemos podido ver un creciente rechazo por los refrescos, especialmente los azucarados. La mayor preocupación por la salud y por los componentes que forman parte de la dieta lo explica, y algunos han llegado a calificar a los refrescos como “el nuevo tabaco”.
En cierta forma, así es. Igual que la industria tabaquera, las grandes marcas de refrescos gastan presupuestos astronómicos en explicarnos que no son tan perjudiciales, o que pueden formar parte de una dieta variada y sana. Y, también como las tabaqueras, han evolucionado hacia productos “objetivamente“ más sanos que complementen su oferta de productos y alcancen a los más preocupados por el impacto de los tradicionales.
Pero también hemos podido ver otro efecto: la aparición de bebidas que conservan el espíritu de los refrescos tradicionales pero son algo completamente distinto. Un ejemplo es Mayawell. Veamos cómo busca diferenciarse de los demás refrescos: