Valorar nuestro trabajo parece una tarea sencilla: si se trata de un producto, tiene un precio; cuando es un servicio, es una tarifa. En ambos casos, el cliente decide si la relación entre precio o tarifa y producto o servicio le es favorable. ¿Pero, como proveedores, cómo establecemos esa cuantía para que nos resulte rentable y sea convincente a ojos de nuestro cliente? Un artículo de Paulette Perhach en Vox nos aporta pistas para saberlo.