Uno de los sentimientos más unánimes en el mundo corporativo es el excesivo número de reuniones. Asistir a tantas es agotador, afecra a la productividad y a la calidad del trabajo, resulta desmotivador y supone una importante pérdida de tiempo de trabajo útil. Según una encuesta a managers, hasta el 83% de las reuniones a las que asisten son improductivas.
Entonces, ¿por qué las seguimos organizando y seguimos respondiendo que sí a sus convocatorias? La razón es una serie de trampas psicológicas, como las califican los autores de un artículo aparecido en Harvard Business Review. Veamos cuáles son y cómo evitar caer en ellas: