Durante las últimas décadas, el tiempo destinado por managers y empleados a actividades colaborativas ha aumentado más del 50%, una cifra llamativa que, sin embargo, no implica necesariamente que la colaboración haya sido positiva y fructífera.
Un artículo de Rebecca Hinds en Inc. llama la atención sobre la ineficiencia y la disfuncionalidad que caracterizan a numerosas empresas. Un estudio realizado por el Babson College confirma datos como este: entre un 20% y un 35% de las colaboraciones con valor añadido son aportadas por apenas un 3% a un 5% de los empleados. La cuestión es, por tanto, cómo fomentar el grado de colaboración de más empleados, y para ello una de las claves es la claridad.
En efecto, la claridad es un requisito imprescindible para una colaboración sana y provechosa en el contexto empresarial, así como uno de los indicadores más relevantes para evaluar el éxito de una organización. Más aún en un entorno caracterizado por un creciente grado de distribución. Para fomentar la claridad hay tres ingredientes fundamentales: