Una de las cuestiones más punzantes para un fundador de una empresa es dejar de llevar a cabo personalmente ciertas tareas. Si al principio una empresa puede ser un grupo muy reducido de personas, o incluso una sola, es innegable que, a medida que crece el volumen de negocio debe hacerlo también el personal. Pero no es esa la única vía: muy pronto pueden externalizarse muchas de las tareas que consumen el día a día.
Karen L. Smith-Janssen ha recopilado para la revista Inc. los testimonios de fundadores que redujeron costes y aumentaron ventas “dejando a otros hacer su trabajo”. En otras palabras, dejaron de encargarse de aspectos como nóminas, selección de personal o soporte informático, que pusieron en manos de especialistas en cada materia. Estos son los resultados: