En el mundo corporativo, es habitual escuchar a líderes estresados que se quejan de la falta de "autoiniciativa" en sus equipos. Sin embargo, al analizar sus interacciones, se descubre que a menudo son los mismos directivos los que, sin darse cuenta, microgestionan. Mandan señales contradictorias, como "quiero que tomes el liderazgo total en este proyecto, pero asegúrate de consultarme todo primero". Mensajes como estos anulan cualquier impulso y generan confusión. Los empleados se preguntan si deben ser proactivos o si necesitan permiso para cada paso, paralizando el trabajo.

El estilo de «orden y control» lleva décadas en declive. La experiencia y la investigación demuestran que las organizaciones rinden mejor cuando los líderes empoderan y guían, en lugar de dar órdenes. A pesar de ello, el microcontrol persiste de forma sutil. No se trata de un «hazlo ahora», sino de una energía emocional que dice claramente «yo estoy al mando y se hará a mi manera». Y la raíz de este comportamiento no está en los empleados, sino en la propia ansiedad e inseguridad del líder.
La raíz del problema y cómo «soltar la cuerda»
El cerebro humano está programado para la independencia. Se buscan la autonomía y la capacidad de tomar decisiones. Intentar ir en contra de esta naturaleza es una batalla perdida. Un control excesivo genera una ansiedad que se contagia al equipo, creando un círculo vicioso.
Este exceso de control se manifiesta en lo que se conoce como «tiras y aflojas energéticos»: cuando un líder y un empleado insisten en tener la razón, gastan una enorme cantidad de energía sin que nadie avance. La tragedia de estos conflictos es que ambas partes se estancan y la relación se deteriora.
La gran noticia es que este ciclo se puede romper. ¿La forma más rápida de hacerlo? Soltar la cuerda. Quien suelta la cuerda es, de hecho, el verdadero líder, ya que abandona la necesidad de controlar a los demás y se centra en el liderazgo que quiere crear. La clave es entender que tu trabajo no es controlar a tu equipo, sino controlarte a ti mismo y confiar en que los demás te seguirán. Cuando un líder encarna la energía que desea ver en su equipo, se convierte en el estándar al que todos se ajustan. La neurociencia nos dice que las emociones son contagiosas, y un líder inspirado inspira a su equipo.
¿De qué manera la falta de confianza del líder puede impactar negativamente en la autonomía y la productividad de su equipo? ¿Cómo puede un líder identificar y «soltar la cuerda» en su equipo para fomentar la iniciativa sin perder el control del proyecto? Más allá del ámbito laboral, ¿en qué otras relaciones personales (familia, pareja, amigos) se manifiesta el «tira y afloja energético» y cómo podríamos gestionarlo?




Deja una respuesta