Los valores corporativos son “el corazón y el alma de una empresa”, tal como lo expresa Anna Held en un artículo de Vox.com. De entrada, suenan genial. “No seas malvado” dice uno de los de Google. “Incluye y empodera” uno de Zillow. Son positivos, optimistas y cumplen con una posición moral que hoy en día es la que demandan los consumidores.
Pero lo cierto es que el comportamiento de las empresas no siempre está en línea con los valores que promulga. Y es que ¿quién es responsable de su cumplimiento? ¿cómo se ejecutan en el mundo real? Sin responsables en caso de no cumplirlo ni planes específicos de implementación será complicado que queden en algo más que bonitas palabras.