Por si el excesivo número de reuniones no fuera algo corriente en tantas empresas, la situación que hemos atravesado lo ha agudizado aún más. En efecto, dos de cada tres trabajadores reconocen, según un artículo de Fortune, que las reuniones afectan a su productividad. Lo cual no es de extrañar dado que un tercio de los encuestados destina entre 2 y 5 horas diarias a llamadas y reuniones (!).
Khe Hy, autor del blog RadReads, lo llama “sentirnos prisionero de nuestros calendarios” porque gran parte de la jornada se destina a saltar de reunión en reunión, sin apenas tiempo para pensar. Un carrusel de cambios de contexto que afectan a la concentración y, por supuesto, a la productividad. En cada reunión cuesta un tiempo centrarse en la cuestión a tratar y, cuando por fin se acaba, lo que resulta difícil es retomar el asunto que hemos tenido que dejar de lado para asistir al encuentro.