Las compañías de gran tamaño no se libran de trabajar en dos frentes que pueden requerir mucha atención, hasta el punto de no dejar espacio para nada más. Uno está formado por los objetivos a corto plazo: las ventas del trimestre, por ejemplo. El otro es lo que se denomina a menudo “el largo plazo” o, dicho con otras palabras, el factor más estratégico.
Dentro de este se encuentra la innovación. No es rápida ni da resultados en poco tiempo; de hecho, puede que no lleguen nunca. ¿Qué hacen estas grandes organizaciones para invertir en las futuras fuentes de crecimiento sin perder de vista los objetivos a corto plazo? Una serie de artículos de Peter Cohan en Inc nos ofrece diferentes aproximaciones, entre la que destaca la que vamos a analizar.